Meet The Maker
Mi primer encuentro con la joyería fue durante
mis estudios de arte en Canadá… y lo detesté. Todo salió mal. Me prometí no
volver a acercarme jamás a un soplete. Pero años después, en San Miguel de
Allende, un momento de calma me llevó de nuevo al taller. Me inscribí en una
escuela local, y algo hizo clic. Me enamoré del proceso, de la paciencia, de
ver cómo el metal se transforma en significado.
Ese amor me llevó hasta Florencia, Italia,
donde me sumergí en las técnicas tradicionales, el diseño, la historia y el
fascinante mundo de las gemas. Fue ahí donde entendí que esto no era solo un
oficio… era mi propósito.
Desde entonces, si algo me define es el
cambio. Siempre estoy explorando nuevas técnicas, acabados, materiales. No me
quedo en un solo estilo; dejo que la curiosidad me guíe. Para mí, la joyería es
un lenguaje vivo, en constante evolución, que siempre tiene algo nuevo que
enseñarme.
Creo para mujeres como yo: sensibles, fuertes,
curiosas y profundamente conectadas con quienes son. Mujeres que llevan su
esencia con intención.
Proceso
Trabajo con la técnica ancestral de vaciado en cera perdida, un ritual de más de 6,500 años que sigo explorando con respeto y pasión. La cera de abeja que uso viene de la región maya de La Esperanza, recolectada a mano, con cuidado. La esculpo directamente con mis dedos. Nada está hecho con moldes. Luego, el fuego transforma lo efímero en eterno.